miércoles, 3 de marzo de 2010

Decálogo para viajeros urbanos

Estoy segura que todos los que vivimos en ésta nuestra querida ciudad de México, alguna vez hemos viajado en el Metro; es parte de la idiosincrasia del defeño- no se es chilango de corazón si no lo has usado.

Como usuarios frecuentes experimentamos las bondades y penurias inherentes a un trayecto del Metro, un día como cualquier otro, a las 8 de la mañana, en la estación Hidalgo de la Línea 2.

Aquellos que aún no han sentido la adrenalina provocada por una vuelta en la Montaña Rusa, les recomiendo que por lo pronto viajen en el Metro, no sin antes por supuesto, echarle un ojo a este decálogo o reglas básicas de supervivencia. Si en un lugar emergen los híbridos imaginados por Wells, es en esta víbora urbana donde lo salvaje en verdad le brota a cualquiera.

1.- Desarrollo del perfil defensivo
Hazte fan de los tacleadores de la NFL o los postes de la NBA; no hay mejor técnica para evitar empujones en el vagón del Metro que plantar bien los pies y pensar que se está jugando “A las estatuas de marfil, 1 y 2 y 3 así…”

2.- Elección del outfit
A menos que tengas una personalidad beligerante como la de Naomi Campbell, evita las zapatillas. Nunca falta el tacón atorado en la comisura de la puerta, mientras la multitud enardecida arrolla a la mujer en cuestión; en el peor de los casos, tu Jimmy Choo estilo Granaditas sale volando al primer pisotón y todo por no aferrarte a él con uñas, juanetes, espolones, o lo que sea.

3.- Profile improvement
Si no eres de los que gusta echarse una siesta en el Metro, diversifica tus aptitudes culturales: lee un libro (El Libro vaquero o el Tv Notas no cuentan), de perdida esos que llegó a publicar el Metro antes de que la gente prángana se los embolsara y nunca devolviera; teje una que otra chambrita, bien dicen que relaja; las sopas de letras eran efectivas, hoy los sudokus ocupan su lugar; o escucha música si tienes tu propio dispositivo de audio.

4.- Caballerosidad y equidad no son sinónimos
En esta ciudad donde se han impulsado acciones en torno a la equidad de género, el Metro no es la excepción; por eso hay vagones para uso exclusivo del sexo femenino en horarios establecidos, además de los clásicos asientos reservados. A veces encontramos a lazarillos dispuestos a ceder su asiento, ¡Alabados sean!, pero nunca falta la envidiosa (o) que lanza el comentario “Levántese para que se siente la señora, usted es hombre, o joven, déle su lugar a la viejita”, mientras este comodino (a), va aplastado al lado suyo, tragándose unas pepitas. La caballerosidad o buena voluntad no son obligatorias, nuestro derecho a la equidad sí y ahí está, al alcance de todos y de todas.

5.- Makeover Express
Desde el clásico tubo en el fleco hasta la enchinada de pestaña con cuchara, el Metro es el salón urbano de belleza por excelencia. Si quieres aprender nuevas formas de maquillarte sólo observa a tu alrededor. Yo aprendí a delinearme los ojos sin espejo, enchinarme las pestañas y separármelas con aguja, después de ver cómo una mujer lo hizo de pie y con el tren en marcha.

6.-Todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar
Por qué sólo nosotros tendemos al desmadre- fíjense en cualquier manada, estén pastando o huyendo del depredador, ningún animal se sale de la formación. Al momento de subir o bajar del Metro mantengamos tantito orden, no sucumbamos ante la alarma cierra puertas porque inmediatamente nos olvidamos del “No corro, no grito, no empujo”. Supera el complejo de jamón de sándwich y ¡por favor!, no te pongas en medio de la puerta ante el gentío saliendo en estampida.

7.- Autocontrol de feromonas
En un espacio cerrado como éste, el desodorante es una necesidad. Básicamente si sabes que te va a chillar la ardilla, apiádate de los demás y no subas los brazos para sujetarte del tubo. En un mundo ideal, haríamos viajes matutinos sin retorno toda vez que más de la mitad de la gente va recién bañada y perfumada; sin embargo, tenemos que padecer un sin fin de hedores humanos los cuales conforme avanza la tarde, se hacen más insoportables. Por ello no descartes el uso de cubre bocas; es más probable fumarse un pedo frijolero que contagiarse de AH1N1 en el Metro.

8.- Ya lo dice el proverbio turco…
La paciencia es la llave del paraíso y aplicado al Metro, representa una opción frente a los constantes “Sí mire en esta ocasión le traigo el bonito regalo para la niña o el niño…”, las bocinas rompe tímpanos de los que te ofrecen lo último en Mp3 piratas, los mexican idol cantando el popurrí de Rock en tu idioma o los jumentos que te dan de bolsazos en su paso por ganar el asiento. En todo caso, si no eres lo suficientemente paciente, sólo repítete “Karma is a bitch”.

9.- Avistamiento del metrosexual
¡Cuidado señoritas! No se trata de chocar con William Levy o Brad Pitt en pleno cruce de Pino Suárez. Cuando digo metrosexual, me refiero a esos hombres, babuinos en pleno celo, que andan en el Metro cazando a las despistadas para el clásico agarrón nacha/bubi o como dicen en mi barrio, “para arrimar el camarón”.

10.- Imitando a Indiana Jones
Esto sólo debe usarse en casos extremos, en aquellos donde tu vida penda de un hilo: si irremediablemente te ves inmiscuido en una pelea donde la mentada de madre es lo menor que te llevarás, saca tus dotes a lo Beatrix Kiddo o Morfeo y repele los golpes; cuando vayas retrasado y no logres entrar por la puerta del vagón atiborrado, aplica la técnica Nadia Comaneci y trepa por la ventana (No es invento, me tocó verlo una vez), solamente si eres ágil y flexible- personas estilo Precious ni pensarlo. Finalmente, invoca al Forrest que llevas dentro y ¡métele pata! para alcanzar el tren en aquellos momentos de desesperación tipo Corre Lola Corre.

SALUDOS
YU

1 comentario:

Anónimo dijo...

Thanks :)
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